Alguien dijo por ahí que, en el transcurso de un 2020 marcado implacablemente por una pandemia que ha afectado terriblemente a la industria del entretenimiento, el cine de terror se las ingenió no solo para sobrevivir, sino incluso para florecer, facilitado por su predisposición a aceptar las modalidades de ‘streaming’ y su exhibición en autocinemas.
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